Leonardo Da Vinci: “La Saint-Anne” en el Louvre
Está terminando una de las exposiciones más importantes del Louvre de este año, en cuanto a obras se refiere. Hablo de la muestra dedicada a la obra culminante de Leonardo Da Vinci: “La Saint-Anne”. La particularidad de esta es la exploración monotemática de la obra, que va desde la concepción hasta la realización de varias etapas intermedias. Innegablemente, la muestra ilumina claramente la fuerza creativa de Da Vinci, su obsesión por la perfección en el resultado de aquello que quería plasmar desde una perspectiva personal, inigualable podría pensarse, tratando este tema haciéndolo único en la historia de la pintura.
Como con Vermeer (en la exposición que El Prado le dedicó en 2003), siempre es un lujo estar en el lugar y el momento indicados para apreciar cuadros, dibujos y bocetos que sólo un trotamundos podría ver con tanta facilidad. La confrontación de obras hermanas o sucedáneas permite contrastar detalles, variantes, decisiones tomadas por un artista y que constituyen, cuadros vistos de por medio, el rasgo distintivo de su "genio" creador, del toque particular que lo diferencia de la masa. Sin embargo, hay también un lujo extra, el de descubrir aquellas variantes que derivan en la “desviación”. Hubiera querido detenerme más en las obras de la Saint Anne pero como el comentario que hago es completamente subjetivo, no hablaré tanto de ellas como de unas cuantas pinturas.
En la exposición, además de las distintas facetas que muestran la obsesión por lo perfecto que tenia Da Vinci en la creación de sus obras, aquellas que realmente le importaban, hay un rincón dedicado a los óleos que retomaron el sombrío e sugestivo "San Juan Bautista" del italiano.
San Juan Bautista / Leonardo da Vinci
© 2002 RMN / Hervé Lewandowski
La Gioconda o Mona Lisa - Anónimo (Taller de Leonardo da Vinci). Museo del Prado
Angel. Taller de Leonardo da Vinci. Óleo sobre tela, 66 x 47.3 cm. Italia. Siglo 16. Inv.no GJ-2349.
© The State Hermitage Museum. Photo by Vladimir Terebenin, Leonard Kheifets, Yuri Moldkovets.
De hecho, un espectador que debiera dar nombre a la pintura se inclinaría más bien por llamarla "Ángel de las tinieblas", "Cerbero de la lujuria", o cualquier otro apelativo que cerniese mejor el aire, lubrico y perverso, del cuadro patinado con un halo rojo y poco angelical según las imágenes típicas asociadas a los entes celestes. ¿El pintor de esta obra esbozó una Critica mordaz a la idea de la pureza de la virgen, ausente del cuadro? ¿Se debe ver en la mirada torva y altanera del ser la victoria de aquel que ha conseguido la victoria de la carne - y de la procreación?
En este sentido, la gemela de la Gioconda portaría mejor el titulo de Ángel de la Anunciación que el cuadro del Ermitaje... Sin embargo, la idea se desvanece frente al aspecto pagano de la mujer cuyo atractivo es el de develar una etapa mucho más luminosa de su hermana situada algunos pisos más arriba en el museo.
La muestra encierra sorpresas y, dado el número de espectadores promedio que recibe que impide tener una experiencia tranquila y sin prisas de las obras, sería ideal poder visitar de nuevo (o descubrir) la exposición en internet. Visitante regular del museo desde hace casi 10 años, sé que el museo ha tenido la gran idea de lanzar ocasionalmente un sitio internet dedicado a la muestra del Hall Napoleón. El resultado es obvio: volvió accesible una gran parte de las obras a todo tipo de internauta. Ahora, sin embargo, salvo una magra muestra visual de dos o tres cuadros y dibujos, no hay forma de acceder al contenido de la exposición.
No ignoro que realizar estos soportes de difusión es caro, y que hay una crisis en las instituciones culturales debido a la crisis económica, pero la labor de ciertas instituciones debería rebasar, aunque fuese de manera simbólica, la simple publicación de la información relativa a la exposición en cuestión. Lo que critico de los portales de los museos mexicanos (salvo excepciones) sobre las exposiciones temporales es aplicable al Louvre: pobreza de contenidos, raquítica información visual (seguramente debido a restricciones de venta de catálogos, de derechos de imagen pertenecientes a otras instituciones, etc). Así se llega al colmo de tener que pagar, por desgracia, para obtener información suplementaria mediante una aplicación utilizable sólo en smartphones.
Volviendo a la exposición, no cabe duda
que es un placer indescriptible ver y ver y ver pinturas de Da Vinci,
aunque, como me sucedió en este caso, observar detenidamente la Gioconda
del Prado y la pintura del Museo del Ermitaje han sido las mejores
experiencias. Valgan las reproducciones colgadas aquí como compensación y
logro diminuto para que se conozcan ambas, en especial la del Ermitaje,
cuya reproducción se puede consultar por primera vez en línea, a la
espera de verlas en vivo y directo, como deben verse las obras si
queremos que nos impacten con toda su violencia, angelical o demoníaca.
0 commentaires:
Enregistrer un commentaire
Abonnement Publier les commentaires [Atom]
<< Accueil